Sin duda que el día sábado, en La Habana se escribió un capitulo importante en la historia de Cuba, el patriarca volvía, de verde olivo, a la asamblea con lo que él consideraba un mensaje importante para la humanidad, un mensaje que, en sus propias palabras, lo hacía para evitar la muerte de cientos de millones de seres humanos; el comandante que se había pasado la vida luchando contra el imperialismo yanke, antes de morir le pedía, al propio imperio mediante su presidente, por el bien de la humanidad, que capitule; tal vez con el afán de quedar en la historia como un ejemplo de lucha antiimperialista, tal vez en su distanciamiento ha proyectado las cosas y su régimen lo ve proyectado en la gestión de Barak Obama y lo que cree que le puede acontecer al país del norte, es lo que en realidad teme por su gobierno, y que se empeña en forzar las cosas, no le quedará mas camino que el derramamiento de sangre y aun así perderá la contienda; tal vez llego a la triste conclusión de que la historia no condena, ni absuelve, sino que sigue su curso y que a estas alturas la magia de su revolución se ha desvanecido, a pesar de sus nuevos socios del socialismos del siglo XXI; tal vez este fue el último de los mensajes para que se lea entre líneas, anunciando que las fuerzas represivas solo les queda el camino de actuar con toda la dureza necesaria, porque la situación no esta para otro maleconazo; tal vez a todo era una puesta en escena para influirles fuerzas a los sectores mas fidelistas del partido; tal vez solo era un capricho de un señor muy viejo esclerótico, al que le han dado el gusto, como en los abuelos chochos de las familias, de dirigirse a los mas privilegiados de la isla. Podemos especular y darle explicaciones de todo tipo a lo que hizo el comandante en lo que él ve su épica para evitar una guerra nuclear sin precedentes en la historia de la humanidad.
Lo que no logro entender es la respuesta de los asambleístas, todos entraron de lleno en le delirio, no todos son viejos, no tienen esclerosis, ni creen en el espejismo de la guerra nuclear, ni la quimera del socialismo, ni el sueño de vivir la rendición del imperio, todos saben, o deberían saberlo, que la calle esta muy fea. Que todo esta cansado, quebrado, llegando a su fin. Pero leyeron sus preguntas, como si no hubieran sido ellos lo que las redactaron, aplaudieron cada una de las palabras del viejo líder, como si estuvieran en las asambleas heroicas de la década de los ochenta, como si nada hubiera pasado desde entonces, dando la imagen de un circo viejo caduco. ¿Nadie oso entre líneas, sutilmente, hablar algo de la economía, de la situación, del futuro, de Cuba?
